Como planteamos en la editorial de esta revista, el conflicto agrario abrió una serie de debates en la izquierda. En este artículo polemizaremos principalmente con las posiciones del Partido Comunista Revolucionario (PCR), de orientación maoísta, que tiene influencia en nuestra ciudad particularmente a través de su agrupación estudiantil universitaria,
Aquí debatiremos con los intentos del PCR de disfrazar el lockout patronal agrario de una “lucha popular”.
¿”Triunfo popular”?
Sí, con la frase del título, en un afiche y sin las comillas ni los signos de interrogación, el PCR empapeló la ciudad festejando la caída de las retenciones móviles a las exportaciones del agro estipuladas por la resolución 125. ¿Qué ganó o qué perdió el pueblo con este evento? Para empezar a responder la pregunta podríamos empezar afirmando que lo que no queda ninguna duda es que los que ganaron con esta “patriada”, como les gusta llamarla, son algunos miles de empresarios y rentistas.
El gobierno no buscó con las retenciones ni redistribuir la riqueza hacia los más pobres, ni revertir la “sojización” del campo, ni frenar la concentración. Su ofensiva tuvo que ver con las necesidades de mantener la “caja”, esencial para su esquema de superávit fiscal, de subsidios a sectores burgueses, pagos de la deuda externa y de manejo del aparato estatal y partidario punteril, en un momento en que este modelo empezó a crujir producto de los primeros síntomas de la crisis económica internacional que ahora se está acelerando. Pero el “triunfo” del que habla el PCR, también favorece la concentración de la producción y de la tierra, ya que la caída de la resolución 125 le permite a los explotadores agrarios disponer libremente de una porción mayor de sus abultadas ganancias y rentas. Desde los años ’90 la tendencia a la concentración hizo que se hundieran 300.000 productores pequeños y medianos. Lo que quedó de
¿De la mano junto al patrón o lucha de clases?
“El hecho de que la lucha agraria se haya mantenido unida y lograra el creciente apoyo y simpatía popular hizo fracasar el plan del gobierno de aislarla y de dividirla, enfrentando a los campesinos pobres y medios con los campesinos ricos y sectores terratenientes también afectados por las medidas y de enfrentar al campo con la ciudad. Fue correcta y jugó un papel importante en esta dirección la posición de nuestro Partido y de
Es decir, los “clasistas” del PCR tienen una fórmula brillante para lograr “un nuevo Argentinazo triunfante”: ¡prohibir la lucha de clases! Así es como el gobierno y la prensa se hicieron una panzada hablando atónitos de una “izquierda” que, paradójicamente, habla de “reforma agraria” pero que apoya a la burguesía agraria y los terratenientes en vez de combatirlos. Pero ojo, en la realidad la lucha de clases sólo termina estando prohibida para los explotados, ya que el lockout patronal agrario fue una decidida medida de los patrones persiguiendo sus intereses en contra de los de la mayoría de la población, provocando escasez de alimentos básicos y carestía, todo para aumentar sus ganancias. Por eso, “para no dividir”, en sus apariciones públicas en TV y radio, Juan Carlos Alderete del PCR-CCC se cuidó muy bien de pronunciarse por la derogación de la ley esclavista decretada por la dictadura, la 22.248. Durante el conflicto, el PCR sólo planteó su derogación muy ocasionalmente, en su periódico[3]. Les preguntamos, ¿cómo se puede derogar esa ley esclavista apostando al triunfo del lockout patronal de quienes la redactaron (junto a sus aliados en 1980, los militares genocidas)? ¿Se puede sostener seriamente que tras el triunfo de la derecha patronal campestre estamos en mejores condiciones para pelear contra su propia ley? Por otro lado, los maoístas criollos, a renglón seguido se plantean “el blanqueo global con la ley de corresponsabilidad gremial nacional”. Pero esta ley, aprobada con el congreso con el número 26.377 en mayo de este año, refuerza a la 22.248, y ratifica que los patrones pueden pagar sus obligaciones previsionales cuando les dé la gana y en un monto acordado con la burocracia vendida de la UATRE[4], o sea que corrobora que los trabajadores rurales para la ley argentina son de segunda, mientras coadyuva al vaciamiento de las cajas jubilatorias.[5] El PCR, en su alianza con la patronal agraria termina reivindicando una ley negrera. Vergonzoso.
Los peones rurales son los hermanos de clase de los trabajadores urbanos, que son los que producen las ganancias de los empresarios y las rentas de los terratenientes, es decir, de los patrones que ocuparon las rutas. (Ver anexo sobre las clases en el campo en el recuadro). La alianza de los trabajadores del campo y la ciudad contra sus propios explotadores, que pueda dirigir también a aquellos pequeños propietarios que no vivan de la explotación de trabajo ajeno. Esa es una política revolucionaria, pero no es la de los maoístas quienes terminan a la cola de la burguesía rural.
Con “amigos de los trabajadores” como
“Estamos ante la rebelión agraria más grande de la historia nacional. Nunca se había conocido una situación semejante en
Partamos de la base de que los llamados “pequeños y medianos productores” son empresarios de menor escala, que explotan mano de obra asalariada, un 75 % de ella en negro, que han obtenido cuantiosas ganancias con el boom sojero de los últimos años. Es decir, no son “productores”, en el sentido original de la palabra, ya que su rol no es tal, los verdaderos productores son sus obreros, sujetos a las peores condiciones de explotación producto de la aplicación de la ley videlista del peón rural antes aludida. Para que el lenguaje refleje la realidad, la izquierda ruralista debería llamarlos por lo que son, pequeños y medianos explotadores. El propio presidente de
Esta izquierda supuestamente “marxista”, abandona todo análisis de clase y lo suplanta por un análisis cuantitativo. El problema de los “productores” no sería el hecho de que sean explotadores, sino el tamaño de su explotación. No obstante, el PCR mismo reconoce el carácter explotador de los “productores” y lo justifica, “a los obreros de la soja les pagan un porcentaje del precio de la cosecha” y, por esa razón para defender su salario, los peones rurales deberían salir a defender la rentabilidad de sus explotadores, el “precio de la cosecha” sin el porcentaje destinado a los peones es el plustrabajo, el trabajo de los peones que la burguesía agraria se apropia y no les paga. El PCR defiende la muy “marxista” teoría del derrame; si a mi explotador le va bien, a mí también me va a ir bien. Por otra parte, la masividad de un fenómeno no es sinónimo de su carácter “popular” o “progresivo”, esto depende de cuáles sean sus propósitos y de qué clases sociales lo encarnen. Ya la vieja Unión Democrática logró hegemonizar a la clase media urbana bajo el peronismo y festejó la caída de este con el golpe militar de 1955.
"Dicen que me fui del barrio, pero ¿cómo?, si siempre estoy volviendo": del PC al PCR, siempre en la vereda de enfrente.
Frente a esto hay que hacer una nueva analogía histórica; el viejo PC basaba su estrategia reformista en la doctrina de colaboración de clases del stalinismo, pero además tenía una fuerte razón estructural para hacerlo. Este partido siempre estuvo estructurado en sectores de la burguesía mediana y pequeña, como su afiliado secreto José Ber Gelbard, presidente de
Es sabido que el peronismo siempre intentó construir un muro entre el movimiento obrero y la izquierda acusando a esta última de ser en realidad un instrumento de la reacción. Si el peronismo podía decir esto con tanta facilidad se debía a las posiciones de los partidos que durante décadas a los ojos de las grandes masas representaron oficialmente a la izquierda: el PS y el PC, particularmente este último que pretendía usurpar las banderas de la primera revolución obrera triunfante de la historia, la rusa de 1917. El PC llegó a tener una influencia muy grande, particularmente en el movimiento obrero, donde en la década de 1930 organizó la gran mayoría de los primeros sindicatos por rama industrial. El PCR hoy ni de lejos tiene ni siquiera una parte de la influencia del partido del cual proviene.
La disputa entre el gobierno nacional y las entidades patronales “del campo” es una pelea entre dos sectores capitalistas que defienden intereses completamente ajenos a los trabajadores”. En una disputa entre diferentes campos de la clase dominante, fieles a su historia, y bien lejos de plantear una posición de independencia de ambos sectores, que plantee los intereses del conjunto de los explotados, el PC y el PCR se han alineado cada uno tras un sector patronal distinto. Invirtiendo los roles, por una paradoja de la historia, encontramos al PC defendiendo a un gobierno peronista junto a buena parte de la patronal industrial que se beneficia con los subsidios del gobierno, y por el otro lado, al PCR en una suerte de reedición de
NOTAS
[1] Política y Teoría N° 65.
[2] Ibídem
[4] Que además acaba de firmar un nuevo régimen con las 4 entidades que establece que, del magro 25 % de sus representados que están en blanco, estos, en caso de despido, su indemnización, en vez de cobrar un mes por año trabajado “no podrá exceder de tres veces el importe mensual de la suma que resulta del promedio de todas las remuneraciones fijadas por
[5] Supuestamente esta ley fomentaría el blanqueo de los trabajadores del sector ya que los citados Convenios permiten que “las partes” (las “entidades” patronales y la burocracia de Venegas) decidan la modalidad del pago de los aportes a la jubilación y… hasta los montos (llamada en la ley “tarifa sustitutiva de los aportes personales y contribuciones patronales”) para “adaptarlas a las características e idiosincrasia de las actividades rurales”. Ni más ni menos que las famosas “reducciones a los aportes patronales” que se hicieron moneda corriente durante el menemismo. La diputada María América González afirmó durante la sesión de tratamiento que “si esto viniera suscrito por Martínez de Hoz o por Cavallo no lo aprobaría, pero lo consideraría coherente”.
[6] Otto Vargas, “Se ha puesto de pie el principal aliado del proletariado en la revolución”, Hoy 1222
[7] “Buzzi vuelve a exigir una devaluación: quiere el dólar a $3,80”, La Capital (Rosario), 22/09/2008, http://www.lacapital.com.ar/contenidos/2008/09/22/noticia_0061.html
[8] “Las cuatro votaron contra la jornada laboral de ocho horas y a favor del trabajo “de sol a sol”. Las cuatro rechazaron otorgar un premio estímulo para que los trabajadores terminen la escuela. Las cuatro se opusieron a la entrega de ropa de trabajo para los peones. Las cuatro son las “entidades del campo”, aliadas ahora en
[9] “Informe del Comité Central. Otro 55 no pasará”. 28 y 29 de mayo de 1975. Reproducido en PCR, Documentos aprobados por el PCR a partir de su 3º Congreso, marzo 1974, hasta su 4º Congreso, abril de 1984. (Primera Parte 1974- 1979). Publicaciones 35º aniversario, Tomo 4, Bs As, 2006, pág. 77. Énfasis nuestro.