Debate sobre el conflicto agrario. Saltando la tranquera. Un debate con el PCR-CEPA. Guillermo Crux

Como planteamos en la editorial de esta revista, el conflicto agrario abrió una serie de  debates en la izquierda. En este artículo polemizaremos principalmente con las posiciones del Partido Comunista Revolucionario (PCR), de orientación maoísta, que tiene influencia en nuestra ciudad particularmente a través de su agrupación estudiantil universitaria, la CEPA, que conduce los Centros de Estudiantes de las facultades de Humanidades, Psicología y Medicina y co-dirigió hasta este año la Federación Universitaria de La Plata (FULP). Como es sabido, esta corriente se alineó con las patronales agrarias. A nivel nacional y en nuestra ciudad se volcaron de lleno para apoyar este lockout reaccionario. En estos momentos, mientras la crisis económica internacional se empieza a sentir en la Argentina, con una baja del consumo popular, inflación, amenazas de despidos y suspensiones, los patrones del campo volvieron al ruedo. Las cuatro entidades que nuclean a los patrones del campo lanzaron un lockout de 6 días a comienzos de octubre bajo consignas tan “populares” como pedir una mayor devaluación del peso con un dólar a 3,50 $, que el estado no les saque ni un solo centavo de sus ganancias (“retenciones cero”, dijo De Angeli), y que suban los precios de la leche.  Y aquí, nuevamente, tienen el apoyo firme del PCR, y otras organizaciones que se dicen de “izquierda” como el MST.

 

Aquí debatiremos con los intentos del PCR de disfrazar el lockout patronal agrario de una “lucha popular”.

 

¿”Triunfo popular”?

 

Sí, con la frase del título, en un afiche y sin las comillas ni los signos de interrogación, el PCR empapeló la ciudad festejando la caída de las retenciones móviles a las exportaciones del agro estipuladas por la resolución 125. ¿Qué ganó o qué perdió el pueblo con este evento? Para empezar a responder la pregunta podríamos empezar afirmando que lo que no queda ninguna duda es que los que ganaron con esta “patriada”, como les gusta llamarla, son algunos miles de empresarios y rentistas.

 

El gobierno no buscó con las retenciones ni redistribuir la riqueza hacia los más pobres, ni revertir la “sojización” del campo, ni frenar la concentración. Su ofensiva tuvo que ver con las necesidades de mantener la “caja”, esencial para su esquema de superávit fiscal, de subsidios a sectores burgueses, pagos de la deuda externa y de manejo del aparato estatal y partidario punteril, en un momento en que este modelo empezó a crujir producto de los primeros síntomas de la crisis económica internacional que ahora se está acelerando. Pero el “triunfo” del que habla el PCR, también favorece la concentración de la producción y de la tierra, ya que la caída de la resolución 125 le permite a los explotadores agrarios disponer libremente de una porción mayor de sus abultadas ganancias y rentas. Desde los años ’90 la tendencia a la concentración hizo que se hundieran 300.000 productores pequeños y medianos. Lo que quedó de la Federación Agraria, que históricamente los agrupó, son aquellos que se pudieron mantener a costa de quedarse con las propiedades de los que quebraron y luego con la recuperación económica kirchnerista y el boom sojero hicieron enormes negocios. Incluso dentro de este sector que se manifestó tan unido en sus reclamos patronales, hay una competencia feroz, puesto que en el marco de la nueva reconfiguración del campo argentino, no tienen destino histórico como pequeños propietarios. El tamaño de su propiedad no hace que les sea rentable producir por su propia cuenta, por lo cual simplemente se dedican a arrendarla, cobrando una renta a los pooles de siembra, que terminan concentrando la producción al arrendar todas las tierras de una determinada zona, superando las barreras de esta pequeña y mediana propiedad. “Un chacarero que renta un campo de 50-60 hectáreas hoy puede vivir tranquilamente en el pueblo sin hacer nada, producto de la elevada renta agraria que cobra”[1]. Es el propio PCR el que declara que la mitad de la FAA está constituída por este sector a los que denominan “minirrentistas.” Son cada vez menos, y más ricos. Por otra parte, los maoístas, al denunciar a los pooles de siembra amigos del gobierno y hacer eje sólo en la concentración de la producción, oculta deliberadamente un dato paralelo y que sigue siendo relevante: la enorme concentración de la tierra, donde en la Argentina unas 5.000 familias hoy día son dueñas de la mitad de las tierras. Esta es la profunda razón estructural que cimentó un bloque entre todos los sectores patronales agrarios

 

¿De la mano junto al patrón o lucha de clases?

El hecho de que la lucha agraria se haya mantenido unida y lograra el creciente apoyo y simpatía popular hizo fracasar el plan del gobierno de aislarla y de dividirla, enfrentando a los campesinos pobres y medios con los campesinos ricos y sectores terratenientes también afectados por las medidas y de enfrentar al campo con la ciudad. Fue correcta y jugó un papel importante en esta dirección la posición de nuestro Partido y de la CCC de apoyo decidido a la lucha agraria y de participación activa en piquetes y puebladas en todo el país.”[2]

Es decir, los “clasistas” del PCR tienen una fórmula brillante para lograr “un nuevo Argentinazo triunfante”: ¡prohibir la lucha de clases! Así es como el gobierno y la prensa se hicieron una panzada hablando atónitos de una “izquierda” que, paradójicamente, habla de “reforma agraria” pero que apoya a la burguesía agraria y los terratenientes en vez de combatirlos.  Pero ojo, en la realidad la lucha de clases sólo termina estando prohibida para los explotados, ya que el lockout patronal agrario fue una decidida medida de los patrones persiguiendo sus intereses en contra de los de la mayoría de la población, provocando escasez de alimentos básicos y carestía, todo para aumentar sus ganancias. Por eso, “para no dividir”, en sus apariciones públicas en TV y radio, Juan Carlos Alderete del PCR-CCC se cuidó muy bien de pronunciarse por la derogación de la ley esclavista decretada por la dictadura, la 22.248. Durante el conflicto, el PCR sólo planteó su derogación muy ocasionalmente, en su periódico[3]. Les preguntamos, ¿cómo se puede derogar esa ley esclavista apostando al triunfo del lockout patronal de quienes la redactaron (junto a sus aliados en 1980, los militares genocidas)? ¿Se puede sostener seriamente que tras el triunfo de la derecha patronal campestre estamos en mejores condiciones para pelear contra su propia ley? Por otro lado, los maoístas criollos, a renglón seguido se plantean “el blanqueo global con la ley de corresponsabilidad gremial nacional”. Pero esta ley, aprobada con el congreso con el número 26.377 en mayo de este año, refuerza a la 22.248, y ratifica que los patrones pueden pagar sus obligaciones previsionales cuando les dé la gana y en un monto acordado con la burocracia vendida de la UATRE[4], o sea que corrobora que los trabajadores rurales para la ley argentina son de segunda, mientras coadyuva al vaciamiento de las cajas jubilatorias.[5] El PCR, en su alianza con la patronal agraria termina reivindicando una ley negrera. Vergonzoso.

Los peones rurales son los hermanos de clase de los trabajadores urbanos, que son los que producen las ganancias de los empresarios y las rentas de los terratenientes, es decir, de los patrones que ocuparon las rutas. (Ver anexo sobre las clases en el campo en el recuadro). La alianza de los trabajadores del campo y la ciudad contra sus propios explotadores, que pueda dirigir también a aquellos pequeños propietarios que no vivan de la explotación de trabajo ajeno. Esa es una política revolucionaria, pero no es la de los maoístas quienes terminan a la cola de la burguesía rural.

 

Con “amigos de los trabajadores” como la Federación Agraria, quién necesita… 

 “Estamos ante la rebelión agraria más grande de la historia nacional. Nunca se había conocido una situación semejante en la Argentina. Son centenares de miles de productores agropecuarios y obreros rurales. Todas las clases sociales en el campo; pero es muy importante lo de los pobres y medios, los rurales que tienen una parte muy importante en esta lucha contra las retenciones, que la sufren directamente porque a los obreros de la soja les pagan un porcentaje del precio de la cosecha.”[6]

 

Partamos de la base de que los llamados “pequeños y medianos productores” son empresarios de menor escala, que explotan mano de obra asalariada, un 75 % de ella en negro, que han obtenido cuantiosas ganancias con el boom sojero de los últimos años. Es decir, no son “productores”, en el sentido original de la palabra, ya que su rol no es tal, los verdaderos productores son sus obreros, sujetos a las peores condiciones de explotación producto de la aplicación de la ley videlista del peón rural antes aludida. Para que el lenguaje refleje la realidad, la izquierda ruralista debería llamarlos por lo que son, pequeños y medianos explotadores. El propio presidente de la FA, Eduardo Buzzi, hoy es un entusiasta defensor de una nueva devaluación del peso, mientras se reúne con Duhalde para hacer presión[7]. Esta medida es completamente antipopular, ya que busca elevar la rentabilidad para obtener mayor ganancia transformando en más pesos las importaciones que la burguesía agraria cobra en dólares, mientras liquida el consumo popular por la licuación del salario. Con su saludo al lockout patronal, son los que terminan representando entre los sectores populares, a los intereses típicos de una clase de pequeños patrones. Un ejemplo del interés de clase patronal de la Federación Agraria es su oposición cerrada (junto a las otras 3 entidades)… a que los peones puedan terminar la escuela y les provean ropa de trabajo[8].  El PCR busca hacer pasar una movilización patronal por una protesta obrera y popular.

 

Esta izquierda supuestamente “marxista”, abandona todo análisis de clase y lo suplanta por un análisis cuantitativo. El problema de los “productores” no sería el hecho de que sean explotadores, sino el tamaño de su explotación. No obstante, el PCR mismo reconoce el carácter explotador de los “productores” y lo justifica, “a los obreros de la soja les pagan un porcentaje del precio de la cosecha” y, por esa razón para defender su salario, los peones rurales deberían salir a defender la rentabilidad de sus explotadores, el “precio de la cosecha” sin el porcentaje destinado a los peones es el plustrabajo, el trabajo de los peones que la burguesía agraria se apropia y no les paga. El PCR defiende la muy “marxista” teoría del derrame; si a mi explotador le va bien, a mí también me va a ir bien. Por otra parte, la masividad de un fenómeno no es sinónimo de su carácter “popular” o “progresivo”, esto depende de cuáles sean sus propósitos y de qué clases sociales lo encarnen. Ya la vieja Unión Democrática logró hegemonizar a la clase media urbana bajo el peronismo y festejó la caída de este con el golpe militar de 1955. 

 

"Dicen que me fui del barrio, pero ¿cómo?, si siempre estoy volviendo": del PC al PCR, siempre en la vereda de enfrente.

 

Frente a esto hay que hacer una nueva analogía histórica; el viejo PC basaba su estrategia reformista en la doctrina de colaboración de clases del stalinismo, pero además tenía una fuerte razón estructural para hacerlo. Este partido siempre estuvo estructurado en sectores de la burguesía mediana y pequeña, como su afiliado secreto José Ber Gelbard, presidente de la Confederación General Económica, central patronal que agrupaba a este sector. Hoy asimismo, cuenta con afiliados en el directorio del Banco Credicoop, uno de los bancos privados nacionales más importantes. En el caso del PCR, el lockout del campo ha revelado su inserción orgánica entre la patronal agraria. ¿Se puede ser “de izquierda” y militar en una cámara patronal?

 

Es sabido que el peronismo siempre intentó construir un muro entre el movimiento obrero y la izquierda acusando a esta última de ser en realidad un instrumento de la reacción. Si el peronismo podía decir esto con tanta facilidad se debía a las posiciones de los partidos que durante décadas a los ojos de las grandes masas representaron oficialmente a la izquierda: el PS y el PC, particularmente este último que pretendía usurpar las banderas de la primera revolución obrera triunfante de la historia, la rusa de 1917. El PC llegó a tener una influencia muy grande, particularmente en el movimiento obrero, donde en la década de 1930 organizó la gran mayoría de los primeros sindicatos por rama industrial. El PCR hoy ni de lejos tiene ni siquiera una parte de la influencia del partido del cual proviene.

La razón de ser del PCR siempre fue la de construir una corriente stalinista que, a diferencia de su partido de origen, apostara a construir una alianza estratégica con el peronismo, es decir, con su dirigencia y los sectores patronales que históricamente ha representado, buscando mantener las ataduras de su base social obrera con su dirigencia burguesa. Pero tanto el viejo PC como el PCR tienen una misma raíz con la cual no han roto jamás: el reformismo que se expresa en una estrategia de colaboración de clases, es decir, de subordinar siempre los intereses de la clase obrera a los de alguna fracción de la clase dominante. Durante los últimos 40 años, las diferencias entre ambas variantes del stalinismo argentino generalmente se debió al apoyo a una u otra fracción patronal. Por el contrario, lo que siempre las unió es jamás haber tenido una posición obrera independiente de todas las alas de la burguesía. Por esa razón. Mientras el PCR en 1975 escribía que  El avance de las posiciones antigolpistas en las grandes masas estimuló la ofensiva del sector nacionalista y tercermundista del peronismo encabezado por Isabel y López Rega. Y la resistencia de éstos (que en enero-febrero llegaron a estar casi cercados) a los conspiradores proyanquis y prorrusos estimuló, a su vez, la resistencia de las masas,”[9] y llamaban a apoyar al gobierno que amparaba a la Triple A, el PC se preparaba para saludar al “general patriota” Videla.

 

La disputa entre el gobierno nacional y las entidades patronales “del campo” es una pelea entre dos sectores capitalistas que defienden intereses completamente ajenos a los trabajadores”. En una disputa entre diferentes campos de la clase dominante, fieles a su historia, y bien lejos de plantear una posición de independencia de ambos sectores, que plantee los intereses del conjunto de los explotados, el PC y el PCR se han alineado cada uno tras un sector patronal distinto. Invirtiendo los roles, por una paradoja de la historia, encontramos al PC defendiendo a un gobierno peronista junto a buena parte de la patronal industrial que se beneficia con los subsidios del gobierno, y por el otro lado, al PCR en una suerte de reedición de la Unión Democrática jugando el rol que hace 60 años jugara el viejo PC.


LENIN Y LOS ALIADOS DE LA CLASE OBRERA EN EL CAMPO

El PCR asegura guiar su política según los consejos de Lenin en su Esbozo de las Tesis sobre el problema agrario para el II Congreso de la Tercera Internacional y que plantean “la organización independiente de los (campesinos) pobres respecto de los medios. ¿Por qué? Porque donde los mezclamos, los medios y los ricos terminan dirigiendo a los pobres, imponiéndoles su programa” ( Jornadas sobre el problema agrario argentino, Política y Teoría Nº 65, julio 2008)

En primer lugar, hay una confusión deliberada de los sectores sociales que forman “el campesinado”. En las Tesis aludidas, Lenin diferencia en un principio los 3 sectores mayoritarios que conforman el campo: 1) los proletarios rurales o peones, que no poseen tierra y venden su fuerza de trabajo, 2) los semiproletarios, aquellos que poseen poca tierra pero que esta no les permite subsistir y por lo tanto parte del año deben emplearse como obreros agrícolas y 3) los campesinos pequeños, aquellos que poseen tierras que trabajan ellos con sus familias y cuya producción les basta para sobrevivir.

Ninguno de estos 3 sectores fueron los que conformaron el corazón de la “protesta agraria”. Por el contrario, se trató de una acción que unió a explotadores grandes, medianos y pequeños, disfrazados por el PCR y la prensa bajo el engañoso mote de “productores”.

Ya Lenin, en las mencionadas Tesis denuncia que “la ciencia y la estadística burguesas emplean sistemáticamente el engaño, disimulando por todos los medios el profundo abismo que media entre las clases rurales indicadas y los explotadores, los terratenientes y capitalistas, así como entre los semiproletarios y los campesinos pobres, por un lado, y los campesinos ricos, por otro”. Y, contra los PCR de aquél entonces, advertía que “los oportunistas dirigían y dirigen toda su atención a la tarea de inventar formas de conciliación teórica y práctica con la burguesía, incluyendo el campesino rico y medio” (“Esbozo inicial de las tesis sobre la cuestión agraria para el II Congreso de la Internacional Comunista”, Tesis 2, en Lenin, Obras Escogidas, Tomo 4, Ed. Problemas, Buenos Aires, 1946, pp 428-429.)

El PCR tiene un trabajo histórico dentro de la Federación Agraria. De entrada hay que aclarar que esta entidad hoy es esencialmente una cámara patronal formada por pequeños y medianos capitalistas y pequeños propietarios rentistas. Uno de los referentes de este sector es Carlos Paillole, que además es el principal dirigente del PCR en el frente agrario, la SRA “es un grupo que no está con ese grupo sojero que dirige la República Argentina. Critican a la Sociedad Rural, que no tiene nada que ver con este grupo, y a los otros no los critican (...) Yo no encuentro en la Sociedad Rural Argentina gente de ese grupo, por más que tenemos profundas diferencias filosóficas, metodológicas y de escala con ellos, que tienen 2.000 hectáreas mientras nosotros tenemos 200.” (Entrevista a Carlos “Vasco” Paillole, “La lucha federal más importante en 130 años”, Hoy 1222 ) Con la SRA hay sólo “profundas diferencias filosóficas, metodológicas y de escala”. Su otro dirigente más importante en este sector patronal es el Juan Echeverría, vicedirector de la FA de Entre Ríos (segundo de Alfredo De Angeli). Es decir, estos señores tienen diferencias de todo tipo con la SRA… menos de clase.

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LA PROPIEDAD DE LA TIERRA 

170 millones de hectáreas agropecuarias 74 millones (43,5%) en poder de 4 mil dueños 

35 millones de hectáreas en poder de los 1000 terratenientes más poderosos 

2,2 millones de hectáreas en manos de 137 mil agricultores 

BENNETON: 900 mil hectáreas 

CRESUD: 460 mil hectáreas 

BUNGE: 260 mil hectáreas 

FORTABAT: 220 mil hectáreas 

GÓMEZ ALZAGA: 60 mil hectáreas 

ANCHORENA: 40 mil hectáreas
 


LA CONCENTRACIÓN DE LA PRODUCCIÓN 

“Si el Censo Agopecuario de 2002 registraba un importante avance en los niveles de concentración de la tierra, con la desaparición de casi un 30% de productores que había anteriormente, el perÍodo posterior ha visto una tendencia hacia la concentración de la producción al incrementarse fuertemente el alquiler de las propiedades de menor tamaño a los pools de siembra y los nuevos grupos de capitalista agrario-financieros como El Tejar o Los Grobos (este último, propietario de “sólo 15 mil hectáreas”, pero explota en arriendo alrededor de 150 mil)... La presencia de estos nuevos y muy fuertes jugadores en la producción y comercialización agropecuaria se combina con la persistencia de los grandes propietarios tradicionales, la oligarquía.”1

1 Lucha de Clases número 8, Christian Castillo,
“Campos”que nos son nuestros
 
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NOTAS

[1] Política y Teoría N° 65.

[2] Ibídem

[4] Que además acaba de firmar un nuevo régimen con las 4 entidades que establece que, del magro 25 % de sus representados que están en blanco, estos, en caso de despido, su indemnización, en vez de cobrar un mes por año trabajado “no podrá exceder de tres veces el importe mensual de la suma que resulta del promedio de todas las remuneraciones fijadas por la Comisión Nacional del Trabajo Agrario (CNTA)" (artículo 76 del Régimen Nacional de Trabajo Agrario) y, en regalo por haber apoyado a sus patrones "Los empleadores actuarán como agentes de retención de la cuota aporte de solidaridad acordada, fijadas en el 2% sobre las remuneraciones mensuales del personal, que deberán descontar a todos los trabajadores" aunque no estén afiliados. (art. 5),

[5] Supuestamente esta ley fomentaría el blanqueo de los trabajadores del sector ya que los citados Convenios permiten que “las partes” (las “entidades” patronales y la burocracia de Venegas) decidan la modalidad del pago de los aportes a la jubilación y… hasta los montos (llamada en la ley “tarifa sustitutiva de los aportes personales y contribuciones patronales”) para “adaptarlas a las características e idiosincrasia de las actividades rurales”. Ni más ni menos que las famosas “reducciones a los aportes patronales” que se hicieron moneda corriente durante el menemismo. La diputada María América González afirmó durante la sesión de tratamiento que “si esto viniera suscrito por Martínez de Hoz o por Cavallo no lo aprobaría, pero lo consideraría coherente”.

[7] “Buzzi vuelve a exigir una devaluación: quiere el dólar a $3,80”, La Capital (Rosario), 22/09/2008, http://www.lacapital.com.ar/contenidos/2008/09/22/noticia_0061.html

 

[8]Las cuatro votaron contra la jornada laboral de ocho horas y a favor del trabajo “de sol a sol”. Las cuatro rechazaron otorgar un premio estímulo para que los trabajadores terminen la escuela. Las cuatro se opusieron a la entrega de ropa de trabajo para los peones. Las cuatro son las “entidades del campo”, aliadas ahora en la Mesa de Enlace contra las retenciones móviles y que llevan años de coincidencias a la hora de discutir las condiciones laborales de los trabajadores rurales. Así lo evidencia una recopilación de resoluciones de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario, el ente que regula el trabajo en el campo y que integran empleados, empresarios y el Estado, en las que figura la oposición sistemática de las cuatro cámaras rurales a distintos avances en materia de derechos laborales. En los documentos, las cuatro apoyan en conjunto mantener las pautas del Régimen Nacional de Trabajo Agrario, sancionado en 1980 con las firmas de Videla, Harguindeguy y Martínez de Hoz. Soja sí, libros no. Así podría interpretarse el voto de los empresarios del agro en contra de la resolución 62/2007 de la Comisión, que establece un premio por título, de carácter remunerativo “para todos los trabajadores permanentes que se desempeñen en explotaciones agrarias de manera continua o transitoria”. La norma fue firmada el 31 de octubre del año pasado para que rija en la provincia de Santiago del Estero.  Andrés Osojnik, “Los peones, de sol a sol”. Página 12, 22/06/08  http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-106481-2008-06-22.html

 

[9]Informe del Comité Central. Otro 55 no pasará”. 28 y 29 de mayo de 1975. Reproducido en PCR, Documentos aprobados por el PCR a partir de su 3º Congreso, marzo 1974, hasta su 4º Congreso, abril de 1984. (Primera Parte 1974- 1979). Publicaciones 35º aniversario, Tomo 4, Bs As, 2006, pág. 77. Énfasis nuestro.